martes, 27 de octubre de 2009

¿Cuáles son tus intenciones?

"O Fortuna,  /  velut luna  /  statu variabilis,  / semper crescis  /  aut decrescis;..."
"Oh Fortuna,  /  variable como la luna  /  como ella siempre creces,  /  o también te reduces;..."

Estos son lectora, lector querido, los versos iniciales de una colección de trescientos poemas del siglo XIII que fueron encontrados en la ciudad alemana de Beuern -hoy Baviera- en 1803, y que se construyeron a partir de canciones populares de la época, así como también de composiciones cultas como las de Ovidio, Homero y Cátulo.

Los autores de tales poemas fueron monjes pertenecientes a la abadía benedictina de Seckau, o posiblemente al convento de Neustift -ambos recintos ubicados en Austria-, quienes le cantaban al gozo de vivir, al amor carnal y al goce de la naturaleza, burlándose así de la decadencia de la curia romana y el estilo de vida eclesiástico y social de aquella época.

Seguramente tú ya conoces algunos de estos versos mi apreciable lector, aunque sólo en su versión musicalizada y en latín; y te aseguro esto porque en 1937, un señor de nombre Carl Orff, reunió 25 de estos poemas en una bellísima obra que lleva por nombre "Carmina Burana".

Carmina, del latín "Carmen", que significa "Canto" y Burana, por la región en que fueron encontrados, "Beuern". Así, la monumental obra viene a titularse, "Los Cánticos de Beuern", mismos que son una oda a la vida y sus deleites, y que contienen versos como los siguientes:

"El que bajo el reinado de la vida,
No disfrute de ella
Ni la goce
Es un alma miserable".

Te cuento estra breve historia, estimado lector, porque si yo pudiera traer al presente a uno de estos monjes con todo y su capucha y sus huaraches, le pediría que en una muestra de su gratísima bondad me hiciera un favorcito. Entonces, de inmediato lo enviaría con un ramote de flores a encontrarse con una bella dama que posee los ojos más bonitos que yo haya visto, los cuales además de todo, vienen equipados con unas pestañotas que cada vez que parpadean; estoy seguro que provocan desde una brisita marina, hasta probablemente el frente frío número nueve que en estos momentos mantiene a mi ciudad en calidad de villita de Santa Claus, y que ya hizo que saque del cajón mi anti-erótica pijama de franela que tanto detesto.

Bueno, te decía yo mi romántico lector, que dicho monje, tendría la misión de entablar diálogo con la sutil dama, y con la ayuda de algunos versos prestados de varios poetas, la conminaría a tomar un paseo con el que esto escribe, para además aprovechar las noches de Octubre -las más hermosas de todo el año-, para al igual que propone Jaime Sabines, tomarnos la luna a cucharadas, pasear por algún perfumado jardín, escuchar el murmullo de las calles y con suerte, admirar el tintineante fulgor de una luciérnaga enamorada.

Probablemente, en un momento así, yo ya tendría la hipófisis hecha mermelada y mis ojitos cual dos lejanas estrellas que sólo se dedican a brillar en el firmamento. Y seguramente también, con la delicadeza y suavidad con que se conducen las mujeres actuales, mientras alguna lejana constelación nos guiara por el camino y los grillos cantaran a nuestro lado, la dama en cuestión dulcemente me dirigiría el siguiente formulamiento:

-¿Y bien Don Juan, me podrías decir cuáles son tus intenciones?

-Que te lleve la tiznada y se te caiga la lengua para que no vuelvas a expresar tan fácil tus pensamientos.

Lectora, lector querido, si piensas que por esta respuesta deberías dejar de leer en este preciso instante el texto, te aclaro que esto me lo diría a mi mismo, mientras intento ganar tiempo y se aclaran mis pensamientos.

Y entonces sí, ya con el cerebro oxigenado y cierta paz en el alma, la respuesta vendría como inspiración de un hermoso texto escrito por Germán Dehesa, escritor mexicano:

"¿Quién sabe?

La vida sabe algo que nosotros no sabemos... Hay veces que sólo el tiempo desenreda las madejas y sólo el tiempo va colocando a cada quien en su lugar. Esto no implica que hay que desperdiciar ese tiempo. Bien lo podemos aprovechar para disfrutar de tantos amores, tantos gozos, tantas felicidades... Puedes leer un libro, puedes dar un buen abrazo y también, puedes redactar tu libro del buen amor. Y ya en estos territorios, entonces no hay ¿Quién sabe?; lo que hay es "cada quien sabe"".

Por eso, yo le digo a mi bella dama y te digo a ti estimado lector, que "¿Quién sabe?"

Las intenciones propias siempre serán un privado jardín que con su dosis de cariño y honestidad, y por distintas que sean, deben germinar por igual en lo que Borges señala en su libro "Los Conjurados": "Dos son las obligaciones del hombre: Ser justo y ser feliz".

Esas son mis intenciones.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

BIENVENIDA

Hasta hace algunos días, el mundo era para mí lo que para muchas personas tiende a ser. Una rutinaria serie de eventos predecibles que se convierten en cierto hastío por el devenir de nuestra existencia.

Pero no pases tú a creer mi querido lector, que con esta introducción tus ojitos se dedicarán a leer un drama existencial digno de cualquier telenovela mexicana, porque resulta ser, que lo que quiero platicarte es absoluta y categóricamente todo lo contrario.

La razón de crear este espacio es, como su nombre lo indica, la de que tu mirada descanse en algunas apacibles palabras que inyecten ánimo y candor a tus pensamientos; de que te sientes en tu rincón favorito, te prepares un sabroso y aromado café, y juntos conversemos de temas que enaltecen el espíritu del hombre y que nos confirmen como la única especie que al crear un complicado sistema de signos y símbolos, hizo que cobraran vida las palabras, para así poder nombrar a todos aquellos elementos que nos unen a un ser querido, a una comunidad y al mundo entero. Que gracias a este complicado sistema, el día de hoy puedes nombrar al Amor, a la Fraternidad, la Justicia y tantos otros conceptos que cumplen con el objetivo de construir, enaltecer y en muchas ocasiones sanar, los valores que nos conforman.

Así pues, ¡Bienvenido seas a éste tu espacio, apreciable lector!